
¡Qué grande era el patio! En él cabía todo: cinco árboles altos con frutas colgadas. Diez árboles bajos cubiertos de flores. Una fuente alegre, que siempre cantaba con voces de agua. Dos bancos sentados encima del suelo. Mil piedras chiquitas. Un millón molido de polvo de tierra. Y un millón y pico de hierbas pequeñas, vestidas de verde.

Además, un perro con el rabo largo, un bando de pájaros, dos gatos gemelos, y muchos bichitos, siempre con movimiento: lagartijas rápidas, caracoles lentos, mariposas con capas de seda, mariquitas con trajes de color naranja y lunares negros, saltamontes de patas larguísimas, y un escarabajo con cara de enfado, que no tenía amigos. Y también un montón de hormigas que andaban en fila, sin entretenerse; y un montón de moscas que volaban sueltas y daban la lata.

Ya se me olvidaba: rodeando el patio, había una pared pintada de blanco. Se llamaba valla. Servía para que no entrara nadie a molestarnos.
¡Me gustaba el patio!
—Hijos, a jugar —nos dijo mi madre.

Nosotros saltamos, por estar alegres. Hicimos carreras de no ganar nada. Picamos la hierba sin hacerle daño. Levantamos polvo para formar nubes. Y nos peleamos, pero en un momento hicimos las paces.
Cuando el sol se fue, volvimos a casa. Nuestra casa era una cesta grande forrada de paja.
Mamá se echó dentro. Nos abrió las alas, y todos buscamos un sitio debajo. Después nos besó las plumas, dijo «buenas noches» y cerró los ojos.
Así acabó el día. Fue mi primer día, a mí me gustó. Me dormí contenta.
La noche pasó muy deprisa. Cuando el sol se asomó otra vez al cielo, mi madre nos peinó las plumas, nos limpió los picos, y dijo:
—Nos vamos al patio.

En el patio, el perro del rabo muy largo alzaba la pata al lado de un árbol.
—¿Por qué estás con la pata en alto mojando ese árbol? —le dije.
—Es que hago mi pis de cada mañana.
Yo también quería hacer pis de agua y regar un árbol. Levanté la pata y no mojé nada. El perro del rabo muy largo me dijo:
—Es que eres un pollo. Para mojar árboles hay que ser un perro.
—Es que soy un pollo porque soy pequeño. Cuando sea mayor, yo voy a ser perro.
—No puedes.
—¿No puedo?
—No puedes. Pero no estés triste. Mira, si tú quieres, te enseño otra cosa.
Como sí quería se agachó un poquito debajo del árbol.
—Y ¿qué haces ahora? —le dije.
—Pues hago mi caca de cada mañana.
Me agaché a su lado. También yo podía. Cuando terminamos me sentí orgullosa. El perro del rabo muy largo sacó polvo de la tierra y tapó su caca.
—Así queda limpio —me dijo.
Yo también saqué polvo de la tierra y tapé la mía.

En ese momento vi una lagartija. Se subía a la valla y corría hacia arriba. Quise hacer lo mismo. Me caí de espaldas y todas las plumas se me despeinaron. Ella me miró y no me hizo burla solamente dijo:
—Es que tú eres pollo, y yo lagartija. Por eso subo a las paredes.
—Es que yo soy pollo porque soy pequeño. Cuando sea mayor, seré lagartija.
—No puedes.
—¿No puedo?
—No puedes. Pero no estés triste. Mira, si tú quieres, te enseño otra cosa.
Me enseñó a sentarme al sol, y a poner los ojos en forma de raya. Cuando se hace eso, se ven flotar en el aire luces de colores.

Pero entonces vi una mariposa. Se subió a una flor, y se quedó quieta.
Quise hacer lo mismo, y fui de cabeza dentro de un rosal cuajado de espinas. Ella acudió en mi ayuda, y no me hizo burla:
—Es que eres un pollo. Yo soy mariposa. Por eso me subo a las flores.
—Es que soy un pollo porque soy pequeño. Cuando sea mayor, seré mariposa.
—No puedes.
—¿No puedo?
—No puedes. Pero no estés triste. Mira, si tú quieres, te enseño otra cosa.
Me enseñó a volar: me encaramé a un banco, agité las alas y me lancé al aire. Volé poco tiempo. Pero llegué al suelo sin hacerme daño.
Para celebrarlo, el amigo perro me llevó a caballo.

Entonces vi al pájaro. Volaba muy alto. Yo quería ser pájaro. Pero el amigo perro me dijo que cuando creciera, no podría ser pájaro.

—Entonces, ¿qué puedo ser yo cuando llegue a grande?
—Puedes ser gallina —me dijo.
Cuando fuera grande, podía ser gallina. Igual que mi madre.
¡Qué suerte tenía!
Concha López Narváez.
Memorias de una gallina.
Madrid: Grupo Anaya, 1989.