Comprensión lectora

Escoge la respuesta correcta para cada pregunta, haciendo click sobre la letra correspondiente.
La bicicleta de Sumji

El tío Zémaj vino desde la estación del autobús por la carretera, hasta el jardín de casa, en una bicicleta Raleigh de segunda mano. Era para mí. No le faltaba un solo accesorio: tenía timbre, un faro, una parrilla y también un reflector en la
rueda de atrás.
bike.jpg
Loco de orgullo y de alegría galopé en mi bicicleta hacia mi escondrijo, tras de la casa. Y allí, en donde nadie podía verme, besé el manillar. Y luego, en un profundo y salvaje bramido que salió de las honduras de mi ser grité: «¡Yupiii!»

Dicho esto, apoyé la bicicleta contra un árbol e hice una cabriola saltando por el aire. Sólo en ese preciso momento, cuando me hube calmado un poco, percibí la presencia de mi padre. Estaba en una ventana, sobre mi cabeza, y me miró en silencio hasta que hube terminado. Entonces me dijo:

—Todo lo que te pido es un pequeño acuerdo. Montarás tu nueva bicicleta, como mucho, hora y media cada día. Nada más. Conducirás siempre por tu derecha, tanto si hay tráfico como si no. Y nunca más allá del barrio. No entrarás nunca en la calle principal, pues está siempre que rebosa de tráfico.

—De acuerdo, hasta luego— pero cuando ya me había alejado de él, me volví para decirle: —No os preocupéis— y salí pedaleando a la calle.

Fuente: Amos Oz. La bicicleta de Sumji.
Madrid: Siruela, 2005 (texto adaptado)