Cuanto más se esforzaba Tom en fijar toda su atención en el libro, más se dispersaban sus ideas. Así es que al fin, con un suspiro y un bostezo, abandonó el empeño. Le parecía que la salida de mediodía no iba a llegar nunca. Había en el aire una calma chicha. No se movía una hoja… El murmullo adormecedor de los veinticinco escolares estudiando a la vez aletargaba el espíritu. A lo lejos, bajo el sol llameante, el monte Cardiff levantaba sus verdes y suaves laderas. Algunos pájaros planeaban perezosamente en la altura, y no se veía otra cosa viviente fuera de unas vacas, y éstas profundamente dormidas.
Tom sentía ansias de verse libre, o al menos de hacer algo interesante para pasar aquella hora. Se llevó distraídamente la mano al bolsillo y su cara se iluminó con un resplandor de gozo. La caja de pistones salió cautelosamente a la luz. Liberó a la garrapata y la puso sobre el largo y liso pupitre. El insecto probablemente resplandeció también con gratitud, pero era una gratitud prematura; pues cuando emprendió, agradecido, la marcha para un largo viaje, Tom lo desvió para un lado con un alfiler y le hizo tomar una nueva dirección.
El amigo del alma de Tom estaba sentado a su lado, sufriendo tanto como él, y al punto se interesó profunda y gustosamente en el entretenimiento. Este amigo del alma era Joe Harper. Los dos eran uña y carne seis días de la semana y enemigos en campo abierto los sábados. Joe sacó un alfiler de la solapa y empezó a prestar su ayuda para ejercitar a la prisionera. El deporte crecía en interés por momentos.

Mark Twain.
Ejercicio de la pruebas de evaluación de sexto. Evaluación de las competencias básicas de la educación primaria. 2010.