Lectura: EL PRÍNCIPE DE LA NIEBLA.

Ejercicio de comprensión lectora. Lee el texto con atención y escoge la respuesta correcta para cada pregunta.

EL PRÍNCIPE DE LA NIEBLA

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Hace muchísimo tiempo, cuando yo tenía vuestra edad, la vida cruzó mi destino con uno de los mayores tramposos que han pisado este mundo. Nunca llegué a conocer su verdadero nombre. En el barrio pobre donde yo vivía, todos los chicos de la calle lo conocían como Caín. Otros lo llamaban el Príncipe de la Niebla, porque, según las habladurías, siempre emergía de una densa niebla que cubría los callejones nocturnos y, antes del alba, desaparecía de nuevo en la tiniebla.

Caín era un hombre joven y bien parecido, cuyo origen nadie sabía explicar. Todas las noches, en algunos callejones del barrio, Caín reunía a los muchachos harapientos y cubiertos por la mugre y el hollín de las fábricas y les proponía un pacto. Cada uno podía formular un deseo y él lo haría realidad. A cambio, Caín solo pedía una cosa: lealtad absoluta.

Una noche, Angus, mi mejor amigo, me llevó a una de las reuniones de Caín con los chicos del barrio. El tal Caín vestía como un caballero salido de la ópera y siempre sonreía. Sus ojos parecían cambiar de color en la penumbra y su voz era grave y pausada. Según los chicos, Caín era un mago. Yo, que no había creído una sola palabra de todas las historias que sobre él circulaban en el barrio, venía aquella noche dispuesto a reírme del supuesto mago. Sin embargo, recuerdo que, ante su presencia, cualquier asomo de burla se pulverizó en el aire. En cuanto lo vi, lo único que sentí fue miedo y, por descontado, me guardé de pronunciar una sola palabra.

Aquella noche, varios de los chavales de la calle formularon sus deseos a Caín. Cuando todos hubieron terminado, Caín dirigió su mirada de hielo al rincón donde estábamos mi amigo Angus y yo. Nos preguntó si nosotros no teníamos nada que pedir. Yo me quedé clavado, pero Angus, ante mi sorpresa, habló. Su padre había perdido el empleo aquel día. La fundición en la que trabajaba la gran mayoría de los adultos del barrio estaba despidiendo personal y sustituyéndolos por máquinas que trabajaban más horas y no abrían la boca. Los primeros en irse a la calle habían sido los líderes más conflictivos entre los trabajadores. El padre de Angus tenía casi todos los números en aquella rifa.

Desde aquella misma tarde, sacar adelante a Angus y a sus cinco hermanos, que se apilaban en una miserable casa de ladrillo podrido por la humedad, se había convertido en un imposible. Angus, con un hilo de voz, formuló su petición a Caín: que su padre fuera readmitido en la fundición. Caín asintió y, tal como me habían predicho, caminó de nuevo hacia la niebla, desapareciendo. Al día siguiente, el padre de Angus fue inexplicablemente llamado de nuevo a trabajar.

Carlos Ruiz Zafón, El Príncipe de la Niebla

Ejercicio de la pruebas de evaluación de sexto. Evaluación de las competencias básicas de la educación primaria. 2013.